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Facebook: desactivar cuenta

Fri Nov 26, 2010

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Este tweet de mi amigo Kuanale me ha animado a traducir un post que escribí en inglés (english version) hace dos meses y medio, que cuenta algo así como que…

Anoche hice click en ‘desactivar cuenta’ en Facebook. Fue un momento emocionante.

Un grupo de Facebook retrasó mi decisión durante varias semanas. Es un grupo donde gente de Mallorca comparte enlaces a música electrónica y de baile de los años 90 y 00. Fue bonito construir algo con más gente. Creció muy rápido. En unas pocas semanas casi 900 miembros y 1700 temas. Descubrí nuevas canciones y pude volver a escuchar temas buenísimos que bailé hace mucho. Para ayudar a que la gente no compartiera repetidas veces las mismas canciones, creé una web que colecciona enlaces a YouTube en un listado, y le añadí un motor de búsqueda. De pronto los otros usuarios confiaban en esa web que yo debía actualizar a diario. Así que tuve que buscar alguna manera de que no dependiera de mi. Probé y aprendí de cosas como la API de YouTube, la de Facebook, las extensiones de Firefox con Greasemonkey y las extensiones de Chrome. Fue divertido jugar con todo eso. Afortunadamente encontré una manera de seguir actualizando la lista sin estar yo en Facebook. Pero la gran pregunta es…

¿Por que cerrar mi cuenta de Facebook?

Podría dar dos respuestas. La corta es que algo dentro de mi me decía que era lo mejor. Muchas veces he tenido ese tipo de sensación, pero a menudo no lo acepto inmediatamente por que no me parece lógico. La intuición no viene con una lista de puntos a favor y en contra. Normalmente mi instinto suele acertar, pero necesito justificarlo con la respuesta larga.

La respuesta larga contiene pensamientos aleatorios sobre Facebook. Una pregunta que he tenido en mente durante algún tiempo es “¿que obtengo de ello?”, y no encuentro una respuesta satisfactoria a esa pregunta. No sé que provecho le saco. Facebook se siente como una habitación llena de gente hablándole a las paredes. Por lo general siento que no hay verdadera conversación o discusión, solo palabras volando en todas direcciones. Aún así, por un tiempo simplemente quise compartir en Facebook las cosas interesantes que encontraba, como mi pequeña aportación al mundo. Pero eso también puedo hacerlo en mi blog o en Twitter, donde otros pueden verlo sin tener una cuenta ni ser mi “amigo”. No quiero estar en Facebook simplemente por que sea adictivo, necesito una razón mejor que esa. Claro que tiene su lado positivo. Fue bonito saber de viejos amigos después de 25 años. Pero poner a toda esas personas de diferentes lugares y tiempos juntas en una lista ordenada alfabéticamente no me acaba de gustar. Me llevo bien con mis ex-novias, pero por qué tienen que estar todas en una misma lista, junto a colegas de trabajo, familia, gente con la que hablé una vez por la calle… Siento que no está bien. Creo que hay gente que tiene que pertenecer al pasado. Tuvieron su lugar en mi vida y no necesito tele-transportarlos de vuelta al presente. Si aún somos amigos, podemos comunicarnos por e-mail, teléfono o incluso vernos. Recibir un e-mail que dice “acabo de llegar al trabajo y he pensado en ti” se siente especial. Un mensaje en el muro de Facebook que dice “Acabo de llegar al trabajo” no me dice nada. Pienso que sería mucho más agradable recibir un correo al año de cada uno de mis 150+ contactos contándome que tal su vida, que 164.250 actualizaciones al año (150 contactos * 365 días * 3 actualizaciones al día). Tengo una vida propia que vivir :)

Tenemos una cantidad de energía limitada y deberíamos decidir para que usar esa energía. Prestar atención y consumir información usa mi energía. Hace poco leí que desde que tenemos teléfonos de última generación no dejamos que nuestros cerebros descansen. Ni siquiera en la parada del bus, esperando a alguien, al despertarse, en el baño… A menudo he sentido un deseo de recibir nueva información. No me gusta ese sentimiento, ese ’esperar a que aparezca el punto rojo en la parte superior de Facebook’ que a veces he experimentado.

Durante los dos últimos años he estado intentando simplificar mi vida. Tener menos cosas, y no solo físicas sino también digitales. He tardado un año en borrar todas las canciones que de alguna manera llegaron a mi disco duro y que en realidad no me gustaban. Fusioné 5 cuentas de correo en una cuenta en Gmail. Antes tenía que perder tiempo cada vez que viajaba para copiar todos mis correos de un computador a otro, y más tarde copiarlos de vuelta. Ahora todo mi correo está en un lugar accesible desde cualquier computador. Menos complicado. Me deshice de mi coche y solo uso bicicleta y transporte público, lo que supone menos gastos y responsabilidades. Me pasé a Linux y borré todos los programas de Windows y Mac que tenía. Se acabaron los cracks, números de serie y antivirus. Casi todos los programas que uso se descargan con un solo click desde el Ubuntu Software Center y cuestan 0€. Por mi trabajo, tenía 3 servidores contratados: uno en EEUU y dos en Alemania. Quité dos, queda uno. Más simple. En vez de tener libros en mis estantes prefiero dárselos a otros para que puedan leerlos. Entregué la ropa que ya no uso a los que la necesitan. De algún modo me siento más libre al tener menos objetos y archivos. Esto se hace obvio cuando viajo con mi mochila. No echo de menos nada de lo que dejo en casa. Es más fácil cambiar y mejorar tu vida cuando no tienes montones de cosas que te atan al pasado.

Como parte de ese proceso de simplificación, anoche decidí borrar no solo mi cuenta de Facebook, si no también las de Deviant Art, Xing, Linked in, Foto Community y mi segunda cuenta de Twitter. Y aún me quedan más de 200 contraseñas en mi gestor de contraseñas para completar este proceso de ecología digital.

A veces menos es más :)

Gracias a M.A. por compartir tus inspiradoras aventuras. Gracias también a Steve Pavlina. Me gustaría que enseñaran conceptos tan útiles como los suyos en el colegio.

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